I was never loyal, except to my own pleasure zone

Está tocando Placebo en Madrid ahora mismo. Cuando me enteré de que se dignaban a tocar en concierto propio en Madrid, por primera vez desde 2003 (concierto de la gira del Sleeping Ghosts al que fui con mi hermana, menor de edad, pintarrajeándome la cara para que en la puerta de La Riviera no me pidieran el DNI), hice un corte de manga magistral a la pantalla del ordenador. Cuando vi que la gente se compraba la entrada y comentaban que uy, que qué bien, «Después de todo, 12 años sin pisar Madrid» o «¡Pero si tocarán sus canciones míticas!«, reproducía más cortes de manga mentales frente a cada uno de los argumentos por los que la gente se animaba a ir. En su día, hará un año y algo, ya resumí la base de este resentimiento tan sentío, por Facebook:

Madre mía, Placebo. Eres la mayor decepción de mi vida.

Eres ese amor platónico del que no tenías medida (Without You I’m Nothing), junto al que viviste tus primeros orgasmos personalizados (Black Market Music), al lado del cual descubriste el bizarrismo como encanto adolescente (el homónimo Placebo), con el que te iniciaste en la madurez del oscurantismo electrónico pasional (Sleeping Ghosts) y con quien incluso persististe, con encanto inocente, tras darte cuenta de que empezabais a ir por caminos distintos (Meds)…

….y al que te encuentras por la calle años más tarde, cercano a los cuarenta, en un intento de atractivo pero circulando sistemáticamente detrás de jovencitas por debajo del cuarto de siglo, socarrón, marcándosele las primeras arrugas al reírse de sus propias bromas de mierda, incitándote a revivir cenizas de lo que fue en su día y ahora reproduce con un tufo pestilente, graso, sórdido.

Vamos, que esos discos de Placebo y yo somos un poco tal que la misma cosa. Me sé hasta el último de sus detalles, podría recitar su lírica sin ninguna necesidad de ir acompañado de música y el asunto es tan, tan sentimental, que de ahí la decepción y el firme arraigo a mis principios, que me los dañaron cual tierno himen y violación desmedida.

¿Qué pasa con los amores de tu vida que terminaron en desengaño? Que la ambivalencia siempre estará presente. No puedes odiarles, porque si les amaste, al recordarles el sentimiento se vuelve a hacer presente, aunque sea en menor medida. Y tampoco puedes sumergirte en amarles de nuevo porque querrás volver a tenerles, mientras recuerdas que no les tienes porque decidieron abandonarte cual abuelo en una gasolinera, así que la aversión se hace presente y, con ella, el odio. Todo esto, claro, en función del pico que alcanzaras y, por eso, brutalmente directamente proporcional.

Por suerte estoy hablando de un grupo y de determinados discos suyos, así que siempre puedo volver a ponerme esos discos y rememorar, con la misma intensidad, todo eso que me dieron. Luego ya me acuerdo de lo impresentable, incoherente e imperdonable que me pareció el giro de actitud personal y musical y les dedico de nuevo un corte de manga magistral, lleno de dolor.

A veces soy de un cursi…

Dicho sea de paso, ayer cacé esta puesta de sol desde casa. Me dieron ganas de abrir la boca y dirigirme hacia esas nubes cual comecocos, hostia.

IMG_5341