To keep the fire ablaze.

‘Demasiado cuesta todo’ como para sentarse al espacio blanco y, por ende, a la frustración de que no tienes ni la práctica ni, por ende bis, la soltura de lanzar las cosas como antes. Con todo, hay ocasiones que se llevan la palma. La palma de ésta está por encima de cualquier pereza y entereza de perfeccionismo.

Y a tomar por culo la bicicleta.

Porque en seis días veo a The Cure por segunda vez. Tengo que confesarlo. Cuando mi hermana me regaló la entrada para verles hace años yo tenía mucha ilusión, pero era evidente que no me había tragado la discografía completa ni podía ir muchísimo más allá del setlist típico y cogido a buen entendedor. The Cure era desde hacía diez años un grupo que me sacaba escalofríos y me ponía en línea directa con mis relaciones sentimentales, fueran de la clase que fueran. Estaban en el cajón de Pulp, por ejemplo. Sus letras y sus momentos de encaje bipolar entre lo tétrico y la más completa celebración de la vida eran primos hermanos, y ya lo apreciaba y vitoreaba. Esa mierda te llegaba hondo a poco que te dejases un mínimo, y que tuvieses un poco de recorrido emocional. Lo segundo viene por lo primero, así que redunda, pero es importante ser obvio en ocasiones y esta es una de ellas.

De entonces a esta parte no sólo he cumplido los treinta, y los treinta y alguno más, sino que además he dejado que me siguiesen calando las cosas. No todas, no tantas. Pero, aunque los escenarios cambien y creas estar en trenes distintos, siempre se repite el mismo. Si acaso, lo único que varía es cómo reaccionas al frenazo o acelerón. El hecho de pifiarla o de acertar sigue comportando paralelismos con otrora edad.

Ahora The Cure toca en un festival madrileño que no ha sabido acoger bien ciertos complejos y que aspira a ser Coachella. Yo sigo defendiendo que lo importante es que haya, al menos, un festival que traiga grandes a esta capital. Madrid carece de trayectoria festivalera en condiciones, ha sido una época intensa de crisis, y hay que dejar espacio y aprendizaje. Mientras tanto, que traigan lo que hay que traer. Ya está bien de que sólo resalte lo que se haga en Barcelona. Hay espacio para todos. Madrid, deja de quejarte tanto, e impulsa lo que tienes. No seas tan española en ese sentido.

Toca The Cure y, al tener *más* tiempo (más bien, al saber aprovecharlo mejor), algo de trabajo de campo ha habido estos últimos años y oh, it’s opening time down in Fascination Street.

From the edge of the deep green sea!
Burn!
Pictures of you.
Lovesong!
Cut here.
Just like heaven!
Push.
Doing the unstuck!
A forest!
39!

De todos modos, hace un rato (no mucho) Reznor dedicó las palabras exactas al grupo. Y es que, al final, el círculo se cierra.

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